Desde el máximo respeto para los sentimientos de cualquier persona, me importa un pimiento dónde estén enterrados los restos mortales de Franco y, menos aún, si el tal Valtonyc se queda en Bélgica, en Pekín o se presenta en el festival de la OTI. Más por el engaño que por el título en si, dedico un segundo de mi tiempo, solo eso, a los doctorados, doctorandos y demás materia de los Cifuentes, Montón, Casado, Rivera, Sánchez, etc. Es más, que en la universidades españolas se regalan y hasta se venden carreras completas es más antiguo que el lupanar de Margaret Wells en la serie Cortesanas de Cosmpolitan. Y lo escribo así, tal como lo siento, por no utilizar la ironía con la que en un principio pensaba enfocar este artículo, pero como la problemática que sufrimos no es baladí, he optado por ir en serio.
Más que todo lo expresado en el párrafo inicial me inquieta el futuro de las pensiones, el creciente abandono escolar,el estado de las infraestructuras, los nacionalismos provengan de donde sea, el precio de la electricidad, las leyes no meditadas ni consensuadas, la permanente entelequia europea en justicia y fiscalidad (por poner ejemplos), la ausencia de ayuda a la inmigración en los países de origen, el doble pago de IRPF en los planes de ahorro (pensiones), el fomento de las apuestas y la proliferación de sus ventanillas, la dependiente independencia de los medios de comunicación, la mediocridad de la clase política, el lenguaje cada vez más acusado que distingue en ricos y pobres, rojos y azules e incluso amarillos. Y ya empeñados en reformar la Constitución, me parece mucho más urgente revisar y cambiar la Ley Electoral. Amén.
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